Fashion Week de Milán: belleza, utilidad y equilibrio

He declarado en más de una ocasión que no soy muy dada a hacer valoraciones o artículos sobre moda, pero creo que esta última Fashion Week vista hace solo pocos días en Milán, mientras la de París ya ha comenzado, bien merece un par de puntos de reflexión.
Después de muchos años, me parece que ha prevalecido la belleza, la utilidad y la elegancia.
Es notorio que, en tiempos de incertidumbre global, la moda ha sido un espejo de las emociones colectivas. No es casualidad que, en un mundo marcado por la inestabilidad, muchas más índoles, los conflictos geopolíticos y el desarraigo emocional dominante, los colores y las formas regresen a un espacio de calma, a una estética que ofrece contención y equilibrio.
He amado la colección “Roots” – raíces como su mismo nombre indica – de Giorgio Armani, como casi todo lo que hace este genio contemporáneo, presentada en la última Semana de la Moda de Milán, es un ejemplo magistral de esta búsqueda: un retorno a lo esencial, donde la elegancia se manifiesta en su versión más depurada y natural.
Otro acontecimiento, que coincide casi perfectamente en el lapso temporal de la fashion week, es la elección del Moka Mousse como color del año por Pantone que encaja perfectamente en esta narrativa. No es simplemente un tono marrón cálido y acogedor, sino una respuesta simbólica a la necesidad de estabilidad en medio del caos.
En la moda, los tonos tierra han sido históricamente un refugio en épocas de crisis. Nos recuerdan el hogar, la conexión con lo tangible y duradero, en contraposición a lo efímero y ruidoso. Armani ha entendido esta sensibilidad como pocos, construyendo una colección en la que predominan los beiges, ocres, marrones y grises minerales, matices que evocan la calidez de la tierra y la serenidad de la naturaleza. Como él mismo explicó: «imaginé prendas que adquieren los colores de la tierra, de los minerales, de ciertos paisajes quemados por el sol».
Pero, este retorno a la sobriedad no es un simple ejercicio nostálgico. Es, más bien, una declaración de intenciones: un rechazo al feísmo y a la sobrecarga visual que ha caracterizado la moda en los últimos años, aunque algunos se resistan a este cambio y… no quiero dar nombres.
Durante un tiempo, la industria ha celebrado el maximalismo, lo estridente, lo irónico, lo que desafiaba cualquier idea tradicional de belleza. Sin embargo, el exceso acaba desgastando, y en el actual clima, la elegancia sutil vuelve a cobrar fuerza. Armani no persigue la espectacularidad vacía, sino que propone un lujo donde el verdadero impacto está en la calidad extrema, el corte impecable, los materiales y la hechura, que abrazan el cuerpo con suavidad.
Tras la pandemia, el hogar ha ganado centralidad; la moda responde con prendas que evocan esa misma sensación de protección y bienestar, pero sin perder sofisticación. No es loungewear, sino una elegancia pensada para habitar, para moverse en armonía con el cuerpo. Armani, Max Mara y Fendi han apostado por tejidos que envuelven, cortes que fluyen con naturalidad y una paleta que transmite calma, casi como una extensión del confort doméstico.
En esta propuesta en Milán, además de los tonos minerales, Armani ha incorporado sutiles destellos que iluminan la silueta sin exageraciones, con su colección Lumiére «la mujer es fascinante y deslumbrante, pero sin perder la elegancia». Así, las chaquetas, pantalones de seda y vestidos de noche adquirieron reflejos que evocaban la riqueza de la naturaleza, con acabados en tejidos tornasolados, bordados brillantes y aplicaciones de lentejuelas que recordaban el brillo de los minerales bajo la luz. Es una sofisticación sin esfuerzo, alejada de la ostentación, donde la belleza radica en una armonía imperante, que sobresale sin prepotencia y de forma natural. No se trata de minimalismo extremo, sino de una nueva forma de lujo: aquel que no necesita demostrar nada, porque su esencia y formas habla por sí sola.
La moda, esta temporada, recupera lo táctil, lo real, lo que se puede sentir con los dedos y la piel. Las texturas juegan un papel clave: el terciopelo, la lana, la seda, los tejidos con relieve. Son elecciones que invitan a una conexión más profunda con la prenda, una vuelta a lo físico en una era cada vez más inmaterial y donde la digitalización y las experiencias virtuales gana cada día más terreno.
Lo mismo ocurre con Fendi, que celebró su centenario con una colección que rinde homenaje a su rica historia. La propuesta incluyó elementos que reflejan la herencia de la marca, combinando tradición y modernidad en diseños que resaltan la artesanía y el lujo característicos de Fendi. En su desfile se pudo ver cómo la moda, lejos de ser solo una manifestación efímera de tendencias, es un vínculo entre el pasado y el presente, manteniendo la esencia sin renunciar a la evolución.
Por su parte, Max Mara presentó una colección titulada «Untamed Heroine«, inspirada en las hermanas Brontë. La paleta de colores se centró en tonos burdeos, negro, camel y crema, reflejando un lujo discreto y atemporal. Personalmente los abrigos burgundy me encantaron. Las siluetas definidas y los conjuntos monocromáticos destacaron en la pasarela, ofreciendo una elegancia contemporánea que se adapta a la mujer moderna y actual.
Un punto clave que se ha reforzado en esta edición de la Fashion Week de Milán es que la elegancia silenciosa de Armani, Max Mara y Fendi no es una moda discreta por timidez, sino porque tiene confianza en sí misma; un regreso a la pureza de las formas y los materiales no es un retroceso, sino una afirmación de que este lujo no necesita validación externa.
Así, entre la colección de Armani, la elección de los tonos tierra y el regreso a la sastrería sofisticada de Max Mara y Fendi, se dibuja un mismo mensaje: ante un mundo convulso, la moda responde con calma, equilibrio y una vuelta a lo auténtico, que busca impresionar, sino acompañar. No creo que se trate de una tendencia pasajera, sino un reflejo de un deseo profundo de estabilidad, de belleza atemporal y regreso a lo auténtico.
Traducción al italiano:
Settimana della Moda di Milano: bellezza, utilità ed equilibrio
Ho dichiarato più di una volta che non sono solita scrivere valutazioni o articoli sulla moda, ma credo che questa ultima Settimana della Moda di Milano, vista solo pochi giorni fa, mentre è già iniziata quella di Parigi, meriti qualche riflessione.
Dopo molti anni, mi sembra che abbiano prevalso la bellezza, l’utilità e l’eleganza.
È evidente che, in tempi di incertezza globale, la moda sia stata uno specchio delle emozioni collettive. Non è un caso che, in un mondo segnato dall’instabilità sotto molteplici aspetti, dai conflitti geopolitici e dal crescente senso di alienazione emotiva, i colori e le forme ritornino a uno spazio di calma, a un’estetica che offre contenimento ed equilibrio.
Ho amato la collezione “Roots” – radici, come suggerisce il suo stesso nome, di Giorgio Armani. Come quasi tutto ciò che crea questo genio contemporaneo, la collezione presentata all’ultima Milano Fashion Week è un esempio magistrale di questa ricerca: un ritorno all’essenziale, dove l’eleganza si manifesta nella sua forma più pura e naturale.
Un altro evento, che coincide quasi perfettamente con il periodo della Fashion Week, è la scelta del Moka Mousse come colore dell’anno da parte di Pantone. Non è semplicemente una tonalità marrone calda e avvolgente, ma una risposta simbolica alla necessità di stabilità in mezzo al caos.
Nella moda, le tonalità della terra sono sempre state un rifugio nei periodi di crisi. Richiamano il calore della casa, il legame con ciò che è tangibile e durevole, in contrapposizione all’effimero e al frastuono. Armani ha saputo interpretare questa sensibilità come pochi, creando una collezione dominata da beige, ocra, marroni e grigi minerali, sfumature che evocano il calore della terra e la serenità della natura. Come lui stesso ha spiegato: «ho immaginato abiti che assumono i colori della terra, dei minerali, di alcuni paesaggi bruciati dal sole».
Ma questo ritorno alla sobrietà non è un semplice esercizio nostalgico. È piuttosto una dichiarazione d’intenti: un rifiuto del brutto e della sovraccarica visiva che ha caratterizzato la moda negli ultimi anni, anche se alcuni si oppongono ancora a questo cambiamento e… non voglio fare nomi.
Per un certo periodo, l’industria ha celebrato il massimalismo, l’eccesso, l’ironia, tutto ciò che sfidava qualsiasi idea tradizionale di bellezza. Tuttavia, l’eccesso si esaurisce, e nel clima attuale, l’eleganza discreta sta tornando in primo piano. Armani non cerca uno spettacolo vuoto, ma propone un lusso in cui il vero impatto risiede nella qualità estrema, nel taglio impeccabile, nei materiali e nella manifattura, che avvolgono il corpo con morbidezza.
Dopo la pandemia, la casa ha acquisito una centralità ancora maggiore; la moda risponde con abiti che evocano la stessa sensazione di protezione e benessere, ma senza perdere raffinatezza. Non si tratta di loungewear, ma di un’eleganza pensata per essere vissuta, per muoversi in armonia con il corpo. Armani, Max Mara e Fendi hanno puntato su tessuti avvolgenti, silhouette fluide e palette cromatiche che trasmettono calma, quasi come un’estensione del comfort domestico.
In questa proposta a Milano, oltre ai toni minerali, Armani ha incorporato sottili bagliori che illuminano la silhouette senza eccessi. Come ha dichiarato lui stesso: «la donna deve essere affascinante e abbagliante, ma senza perdere l’eleganza» e lo fa con la sua collezione Loumiére. Così, le giacche, i pantaloni di seta e gli abiti da sera assumono riflessi che evocano la ricchezza della natura, con finiture in tessuti cangianti, ricami luminosi e applicazioni di paillettes che ricordano lo splendore dei minerali alla luce. È una sofisticazione senza sforzo, lontana dall’ostentazione, dove la bellezza risiede in un’armonia predominante, che emerge senza prepotenza e in modo naturale. Non si tratta di minimalismo estremo, ma di una nuova forma di lusso: quello che non ha bisogno di dimostrare nulla, perché la sua essenza e la sua struttura parlano da sole.
Questa stagione, la moda recupera il valore del tangibile, della materia, di ciò che si può toccare con le dita e sentire sulla pelle. Le texture giocano un ruolo chiave: velluto, lana, seta, tessuti in rilievo. Sono scelte che invitano a una connessione più profonda con l’abito, un ritorno alla fisicità in un’epoca sempre più immateriale, dove la digitalizzazione e le esperienze virtuali guadagnano terreno ogni giorno.
Lo stesso vale per Fendi, che ha celebrato il suo centenario con una collezione che rende omaggio alla sua ricca storia. La proposta include elementi che riflettono il patrimonio del brand, combinando tradizione e modernità in design che esaltano l’artigianato e il lusso caratteristici di Fendi. Nella sua sfilata si è visto chiaramente come la moda, ben lontana dall’essere solo una manifestazione effimera di tendenze, sia un ponte tra passato e presente, mantenendo l’essenza senza rinunciare all’evoluzione.
Per quanto riguarda Max Mara, ha presentato una collezione intitolata «Untamed Heroine», ispirata alle sorelle Brontë. La palette cromatica si è concentrata su tonalità burgundy, nero, cammello e crema, riflettendo un lusso discreto e senza tempo. Personalmente, ho adorato i cappotti burgundy. Le silhouette definite e i look monocromatici hanno spiccato in passerella, offrendo un’eleganza contemporanea adatta alla donna moderna e attuale.
Un punto chiave che si è rafforzato in questa edizione della Settimana della Moda di Milano è che l’eleganza silenziosa di Armani, Max Mara e Fendi non è moda discreta per timidezza, ma perché ha fiducia in sé stessa; questo ritorno alla purezza delle forme e dei materiali non è un passo indietro, ma un’affermazione che questo lusso non ha bisogno di convalide esterne.
Così, tra la collezione di Armani, la scelta delle tonalità della terra e il ritorno alla sartoria sofisticata di Max Mara e Fendi, emerge un messaggio chiaro: in un mondo turbolento, la moda risponde con calma, equilibrio e un ritorno all’autenticità. Non è una moda che cerca di stupire, ma di accompagnare. Non credo che si tratti di una tendenza passeggera, ma piuttosto di un desiderio profondo di stabilità, bellezza senza tempo e ritorno all’essenziale.
Credits fotos IG Armani: @zoejbrt
IG @maxmara
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