Cruzando el Portal: En el umbral del alma y el Renacimiento - Loredana Vitale
Explora una reflexión sobre la Navidad como un tiempo de introspección, renacimiento y conexión con el alma, inspirado en el simbolismo del portal de Belén y la luz que guía hacia la esperanza.
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Cruzando el Portal: En el umbral del alma y el Renacimiento

La Navidad es, sin duda, en su esencia mucho más que una festividad.

Para nosotros cristianos, representa el nacimiento de Jesús como símbolo de esperanza y redención, un llamado a renacer en el espíritu además de incitarnos a abrir el corazón al prójimo. Pero incluso para quienes no profesan esta fe, la Navidad trasciende lo religioso y nos invita a llenar nuestras almas de esperanza, a detenernos y mirar dentro de nosotros mismos para redescubrir lo esencial: la conexión con el alma, la generosidad y la luz que tanto necesita este mundo.

Al mirar esta imagen, no puedo evitar pensar que el portal que cruzo, evoca en mi interior, irremediablemente, el portal de Belén, ese humilde refugio que albergó el milagro de un nuevo comienzo. A pesar de los destellos alrededor, mi gesto cabizbajo, me lleva a postrarme con respeto y humildad hacia el misterio del Amor, representa introspección; una necesidad de mirarme dentro para comprender la grandeza de lo que llega y lo que significa realmente la Navidad.

Como a menudo digo, es una “vuelta a casa” cada vez que nos contemplamos por dentro, dando valor al alma, al corazón, a la esencia y a los valores que nos definen.
Valores que deberían de ser universales, a mí parecer.

Mi gesto además representa mi necesidad de reflexionar sobre lo vivido este año, abrazar lo aprendido y encontrar la serenidad necesaria para que sea ya parte de mi libro vital. Las estrellas que iluminan el entorno parecen guiar este viaje, como lo hicieron con los Reyes Magos hasta el niño Jesús.

Los centelleos alrededor me recuerdan que siempre hay luz, incluso en los momentos más oscuros de la vida. Una estrella que te guía hacia la esperanza, como aquella estrella de Oriente que guio el mundo hacia el Redentor.

Este año ha sido, como todos, una mezcla de retos, aprendizajes, luces y sombras. Cada instante vivido ha sido un peldaño que me ha ayudado a construir la Loredana de este 20 de diciembre 2024.

La Navidad, la foto, el momento, la luz de las estrellas y los destellos de mi particular portal me invitan a detenerme en este umbral, el mío, a reflexionar con honestidad, a encontrar en la humildad, a redescubrir en lo cotidiano el verdadero sentido de lo extraordinario que llevamos dentro. Porque, como en Belén, el verdadero renacimiento ocurre cuando nos hacemos encontrar por el amor, en sentido extendido, más amplio, pleno y humano.

A medida que avanzo hacia lo que vendrá, el 2025, permito que la luz de mi llama interior me guíe, con la certeza de que será la chispa que impulse nuevas aventuras y testimonio de crecimiento. Pero, sobre todo, quiero que me mantenga en la serenidad, en mi centro, con el alma anclada en mis valores y en el amor, para afrontar con la pasión, que me caracteriza, lo que está por venir.

Después de esta extensa reflexión, no me queda más que desearos que esta Navidad sea toda una invitación al recogimiento y al renacimiento; que encontréis vuestra propia luz interior en estos días, ayudados por el calor del abrazo de vuestros seres queridos y en la memoria de quienes os acompañan ya desde otro plano.

Que el amor y la serenidad os guíen, como esa estrella de Belén, hacia un camino de plenitud y propósito.

Hay mucho que agradecer y por celebrar cada Navidad, no nos quedemos en la superficie.

¡Feliz Navidad!

 

✨Fotografía: Bart van de Voort✨
✨Un agradecimientos especial a Patricia Val, directora del Hotel NH Collection Gran Hotel de Zaragoza, por su amabilidad y hacerme sentir en su casa como en la mía✨

 

 

Traducción al italiano:
Attraversando il Portale: Sulla soglia dell’anima e della Rinascita

Il Natale è, senza dubbio, nella sua essenza, molto più di una semplice festività.
Per noi cristiani, rappresenta la nascita di Gesù come simbolo di speranza e redenzione, un invito a rinascere nello spirito e ad aprire il cuore al prossimo. Ma anche per chi non professa questa fede, il Natale trascende il religioso e ci invita a riempire le nostre anime di speranza, a fermarci e guardarci dentro per riscoprire l’essenziale: la connessione con l’anima, la generosità e la luce di cui questo mondo ha tanto bisogno.

Guardando questa immagine, non posso fare a meno di pensare che il portale che attraverso evochi in me, inevitabilmente, il portale di Betlemme, quel rifugio umile che ha accolto il miracolo di un nuovo inizio. Nonostante i bagliori intorno, il mio gesto chinato mi porta a inginocchiarmi con rispetto e umiltà davanti al mistero dell’Amore, rappresenta introspezione; un bisogno di guardarmi dentro per comprendere la grandezza di ciò che arriva e il vero significato del Natale.

Come dico spesso, è un “ritorno a casa” ogni volta che ci contempliamo interiormente, dando valore all’anima, al cuore, all’essenza e ai valori che ci definiscono.
Valori che, a mio avviso, dovrebbero essere universali.

Il mio gesto, inoltre, rappresenta il bisogno di riflettere su quanto vissuto quest’anno, abbracciare ciò che ho imparato e trovare la serenità necessaria perché diventi parte del mio libro vitale. Le stelle che illuminano l’ambiente sembrano guidare questo viaggio, come hanno fatto con i Re Magi verso il Bambin Gesù.

I bagliori intorno mi ricordano anche che c’è sempre luce, anche nei momenti più bui della vita: una stella che ti guida verso la speranza, come quella stella d’Oriente che ha condotto il mondo al Redentore.

Quest’anno è stato, come tutti, un misto di sfide, apprendimenti, luci e ombre. Ogni istante vissuto è stato un gradino che mi ha aiutato a costruire la Loredana del 20 dicembre 2024.

Il Natale, la foto, il momento, la luce delle stelle e i bagliori del mio particolare portale mi invitano a fermarmi su questa soglia, la mia, a riflettere con onestà, a trovare l’umiltà, a riscoprire nel quotidiano il vero senso dello straordinario che portiamo dentro. Perché, come a Betlemme, la vera rinascita avviene quando ci lasciamo trovare dall’amore, in senso esteso, più ampio, pieno e umano.

Mentre avanzo verso ciò che verrà, il 2025, permetto alla luce della mia fiamma interiore di guidarmi, con la certezza che sarà la scintilla che spingerà nuove avventure e testimonianze di crescita. Ma, soprattutto, voglio che mi mantenga nella serenità, al mio centro, con l’anima ancorata ai miei valori e all’amore, per affrontare con la passione che mi caratterizza ciò che sta per arrivare.

Dopo questa ampia riflessione, non mi resta che augurare che questo Natale sia per tutti un invito al raccoglimento e alla rinascita; che possiate trovare la vostra luce interiore in questi giorni, aiutati dal calore dell’abbraccio dei vostri cari e dalla memoria di coloro che vi accompagnano già da un’altra dimensione.

Che l’amore e la serenità vi guidino, come quella stella di Betlemme, verso un cammino di pienezza e scopo.

C’è tanto da ringraziare e da celebrare ogni Natale. Non fermiamoci alla superficie.

Buon Natale!

 

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