Hoy te has ido Papá.
Escribo así de impulso, sin pensar demasiado, sólo como me pide el corazón. Ya me perdonarán los que lean mi escrito si cometeré algunas faltas, si mi castellano no será perfecto, lo serán mis sentimientos llenos de agradecimiento por el hombre que, a lo largo de su vida, me lo ha dado todo.
Me lo dijiste hace unos días, cuando llegué a tu casa, que era una impulsiva, que tenía que haberte escuchado y no viajar a verte con lo que está pasando en el mundo.
¿Y cómo no hacerlo Papá?
Ya sabes que te he salido algo rebelde, quizás un poco fuera de los cánones de las mujeres a los que estabas acostumbrado… las de tú época. Aun así, espero haber sido una buena hija para ti y que hayas estado orgullos de mí como mujer. Desde luego, me has dado buenos mimbres.
Hoy me despido de ti, unos de los hombres que más he amado en la vida.
Mi guía, mi referente.
Me despido sólo hasta que un día volvamos a abrazarnos, es un “arrivederci” no un adiós, Papá. Sé que al verme tú me dirás “Loruccia” o le preguntarás a Mamma: “¿Dónde está la niña?”.
Tú niña. He sido siempre tu niña, me “desplazaron” sólo tus nietos, que amabas infinito. No me imagino la vida sin ti, la verdad.
No tengo palabras para describir lo que tú has significado para mí Papá. Me has enseñado lo que es un hombre que se “viste por los pies”. El hombre más honesto y trabajador que he conocido. Inteligente… una mente privilegiada y viva. Curioso, generoso, altruista…
Creo que te debo a ti, mi curiosidad por la vida, mi cabezonería, mi tesón, mi amor por el arte, mi gusto por lo bello.
De pequeños, a mis hermanos y a mí, nos hablabas de historia, de libros, en definitiva, de todo lo que era cultura. Nos decías que “debíamos de leer incluso el papel higiénico”, porque cualquier palabra escrita era información y aprendizaje.
Tengo recuerdos maravillosos de juegos al escondite, de excursiones, vacaciones, de risas en familia.
Yo era la única que te hacía hacer “perder la compostura”. Qué risas verte con las gafas luminosas o el gorro de alce, que no perdía ocasión para encasquetarte en alguna fiesta… con lo serio que eras. Siempre con el ceño fruncido. Nos decías que habías nacido con traje y corbata. Siempre tan arreglado, tan “pito”.
Miles de imágenes que me recorren por la mente, desde hace días, veloces como en una película, casi como preludio de la despedida que llegaría rápida.
Yo te sacaba siempre algún posado o robado. Hoy publico esta foto de tu juventud porque me encanta y te gustaba a ti. Las demás quedarán para la intimidad de nuestra familia, un tesoro de valor incalculable al igual que los recuerdos compartidos que representan.
Recuerdo cuánto lloraste cuando me marché de Italia para ir hacia mi nueva vida en España. Eras un hombre muy sensible, aunque te empeñabas en escondérselo al mundo.
Tampoco eras perfecto, ningún progenitor lo es. Yo tampoco. También hay que decirlo, con ese pronto tuyo tan difícil de domar. Pero te hemos amado así, tal cual eras…infinitamente.
Muchos no te han sabido entender, no tenías un carácter fácil. Pero, si de algo hoy me enorgullezco es de haber escuchado a tantas personas que me han dicho que eras un hombre verdaderamente especial. Único… un padre para muchos.
No se cuentan las personas que te has prodigado en ayudar en la vida, de muchas formas. Con todos los medios que has podido. Algunos te lloran hoy junto a nosotros. Los otros… allá ellos.
Hasta tú médico de familia ha llorado al certificar tu muerte, diciendo eras un cascarrabias, pero que te extrañaría mucho. Nunca fuiste un hombre que le resultara indiferente a nadie. “Genio y figura hasta la Sepultura” que se dice.
Hoy has descansado Papá. Tú eras un luchador infatigable, una fuerza de la naturaleza tan pequeñito como eras. Un hombre pequeño en altura y con el corazón de un león, pero el monstruo que te crecía dentro era demasiado para cualquiera.
Te he admirado tantísimo en estos meses por tu lucidez, por como lo has dejado todo escrito, organizado, programado. A la vez me ha dolido tanto lo lúcido que fueras. Tanta consciencia de lo que te iba a pasar ha sido un final muy cruel y un peso muy grande de soportar para un ser humano.
¡Has sido muy valiente Papá! No he conocido a nadie enfrentarse a la muerte así como lo has hecho tú. No sabes cómo te he admirado por ello.
Me alegro de que te hayas ido rodeado de todos los que te hemos amado. Mamma la primera. Ella, tu amor, tu compañera de vida desde hace 60 años, ha velado por ti hasta tu última noche estando pegada a tu brazo. Verla me ha mostrado una vez más lo que es el amor incondicional. Veros en estos últimos momentos de vida juntos, me ha inspirado enorme ternura y tristeza a la vez.
Cierro ya Papá, no pararía de escribir porque tengo el corazón que me rebosa de sentimientos, los recuerdos repletos de momentos y palabras que los describirían.
Sólo decirte que me siento muy orgullosa de ser tu hija y de haber tenido el privilegio de acompañarte hasta los últimos momentos en esta vida.
Arrivederci Papá. Ti amo.
Loredana
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