AGRADECIDA
Hoy quiero escribir un especial agradecimiento para todas las personas que, en estos días, me han escrito a raíz de mis últimos textos, especialmente de forma privada, más allá de los comentarios a mis artículos, para brindarme palabras bonitas, subrayando mi sensibilidad y mi capacidad de trascender las pantallas con mis palabras; incluso “rozar corazones”.
Han sido muchas las personas, a lo largo de mi vida, que han reconocido en mí una luz especial, una energía que incluso traspasa las pantallas. Yo, que siempre me he visto como alguien «muy normal» y que, por mi autoexigencia, nunca me he percibido como alguien «importante», «llegada» o de «éxito», no dejo de sentirme abrumada y profundamente agradecida.
Es fantástico que las personas a mi alrededor, especialmente aquellas que no me conocen personalmente, y que solo me observan a través de las redes sociales o plataformas profesionales, hagan afirmaciones de este tipo.
Acaso, ¿hay mayor lujo personal que irradiar luz?
¿Hay regalo más grande que tocar corazones con las palabras?
Es un enorme privilegio que te reconozcan un don natural para conectar con los demás a un nivel profundo y emocional, especialmente cuando se escribe desde la humildad y con palabras sencillas (que no simples) para que el mensaje llegue a muchos. Esta es una cualidad verdaderamente valiosa, de la que me siento muy agradecida: me resulta extraordinariamente natural.
Incluso en mis textos profesionales, a los que realmente no pongo límite de longitud ni profundidad, porque así lo quiero, como por ejemplo mi primer libro sobre el lujo, más de uno me ha comentado lo cercano y comprensible que resulta para todo tipo de público. Un gran cumplido a mi parecer.
Saber que los años, y ya son unos cuantos desde que hice mi incursión en este sector, no me han cambiado tampoco en ese sentido, me alegra especialmente.
A menudo, con cierto pudor y sentido del humor, les digo a mis amigas que tengo el «síndrome de la bombilla», la que ilumina, queriendo subrayar con mi auto ironía, una auto percepción ligera de mí misma; sin darme excesiva importancia. Lo contrario sería creerse un poco «el ombligo del mundo», y con tantos egos sueltos, prefiero abstenerme de caer en ese pedante juego.
Sin embargo, ser una «bombilla» también tiene su lado menos positivo: como la luz atrae a los insectos, esa luminosidad a veces atrae a personas que no siempre tienen las mejores intenciones. Es algo que he aprendido a manejar, aunque no deja de ser un aspecto delicado, ya que no todo lo que se siente atraído por la luz lo hace con intenciones genuinas.
Pero, si algo he aprendido en la vida es a seguir mi camino, a no compararme, como el lujo, el sol y la flor de los que os hablaba hace sólo unos días, que no se comparan con nadie, simplemente SON. Se brindan en su esencia, sin importarles el ruido alrededor y las sombras del mundo.
Como dice el dicho: «Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.»
Pues, lo decía en uno de mis últimos escritos: “La grandeza es discreta, trabaja en silencio, es auténtica y, sobre todo, no necesita validación externa”.
Sigo prefiriendo ser auténtica, aportando «mi particular luz», que no es más que comunicarme desde el amor, el respeto y la cercanía, en cualquier espacio que se me permita habitar, ya sea online u offline.
En vez de ser un «spot», una luz cegadora óptima para centrar la atención en un objeto en concreto, prefiero ser alguien capaz de extender ampliamente la luminosidad, creando ambientes suaves y acogedores a su alrededor. Luces que no crean sombras duras y estridentes, más bien las disipan, aportando una energía positiva.
La verdad es que me siento muy feliz porque, entre las personas que me leen o conocen, me doy cuenta de que, en un mundo que a menudo parece dominado por la indiferencia, todavía existen grandes sensibilidades. Incluso en una pequeña «fuente de luz» como la que puedo irradiar yo, en un vasto universo lleno de estrellas y personas de gran valía, hay quienes son capaces de percibir mi particular brillo, aunque sea a través de mis sencillas palabras escritas o pronunciadas. Éstas, no tienen otro fin que acercarme a las personas, transmitir lo que llevo dentro y, si es posible, con humildad, compartir mis conocimientos, que considero siempre un #workinprogress, al igual que yo misma me veo como un proyecto en constante cambio y evolución.
Quizás es la mejor forma de verme, una manera lúdica, ligera y poco solemne de definirme, lo cual no es tarea fácil en un mundo que a veces puede ser oscuro o complicado.
Escribo desde siempre, desde que tengo uso de razón. Comunicar usando la palabra, escrita o no, es parte de mí. “Ninguna novedad en el frente”. Ayer me daba cuenta de que tengo perfil de linkedin desde casi sus inicios, así como en otros medios, aunque en este momento estoy con más presencia y asiduidad.
Ahora parece que transmito también a través de mi energía personal. Pues… ¡qué bien, qué suerte tengo!
#Blessed #Agradecida #beyourself
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